domingo, 2 de mayo de 2010

Prototipo de Cuento: Los que se quedan cuando otros se van

El triste sonido de una trompeta acompañaba en su último adiós a un pobre desdichado, cuyos restos recibían la “cristiana sepultura” en un lugar del cementerio.

La gente que presenciaba dicho evento , sumidos en ese ambiente de tristeza y dolor, no se percataron de unos pequeños ruidos que venían de unos cuantos metros más allá de la tumba abierta donde aquel hombre descansaría para siempre.

Hacia un lado, a una corta distancia, aquellos ruidos provenían de un pequeño agujero. El sonido de por si daba a entender que allí se hacía un trabajo de minería (golpes de metal con piedra, el clásico sonido de la excavación, etc.). Dentro de esta mina totalmente equipada (con carritos y todo) un grupo de pequeños topos trabajaban arduamente mientras se movían al ritmo de los sonidos que, casi sin querer, su trabajo producía.

¿Y qué buscaban? Varias cosas… Desde relojes de pulsera, hasta monedas, tal vez uno que otro anillo, y por qué no, prendedores y dientes de oro…

Si, estos pícaros animales llevaban en los carritos montones y montones de tesoros, objetos obtenidos de gente que ya no los va a necesitar. Su producción consistía en “encontrar” artículos dentro de las cajas en las que los humanos se “deshacían”.

¿Y para qué quieren estas cosas?. Pues ni idea, da igual para qué las querían. De todas formas era un trabajo duro, aunque eso no les impedía estar felices y con ánimos, hasta se podía sentir un ambiente de compañerismo. Cuando uno no podía más, siempre había un compañero o compañera que estaba dispuesto (o dispuesta) a levantar las pequeñas herramientas de su amigo y reemplazarlo hasta que, bebida de agua mediante, recupere las fuerzas y vuelva al trabajo con una sonrisa.

Uno de ellos, el más grande se colocó unas pequeñas gafas, y siguiendo el ritmo que sus compañeros producían con sus herramientas, comenzó a cantar. El resto de topos dejaron por un momento sus puestos de trabajo para acercarse al improvisado artista, y ayudarlo a corear aquel ritmillo pegajoso y feliz.

Así, con esta pequeña fiesta, continuarán su ardua labor diaria, mientras en las afueras de la mina, cada vez la muerte traerá a más y más personas para que la mina siga funcionando.

A lo lejos un topo pregunta: ¿Qué será de nosotros cuando ya no estemos más acá?. Una voz le responde: “No lo sé, tal vez haya alguna especie más pequeña que asalte nuestros cuerpos…” La risa, casi imperceptible desde afuera, se pierde con el sonido de la trompeta, que esta vez, al fin, se calla.

¿A donde van los topos cuando se van?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que buena idea! pero realmente me soprendería que logres hacer un cuento, me gusta como está, para mí, claro que con pequeñísimos ajustes, ya es un cuento.
Sanji.

Juan F. Bermeo dijo...

Gracias, en realidad espero hacerle unos pequeños ajustes y luego subir la versión final, pero quería que sepas que este cuento en realidad está planeado como guión para un cortometraje en animación stop motion. Algún día ^_^